
Sentido de la palabra educación
- 18/04/2019
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Las palabras son como las semillas, sin una tierra fértil, un riego constante y luz, jamás darán flores ni frutos, un suelo fértil es…

“Las palabras son semillas y las semillas son de la tierra.”
Fernando Javier Cortés Vivanco
Las palabras son como las semillas, sin una tierra fértil, un riego constante y luz, jamás darán flores ni frutos, un suelo fértil es el punto de partida y el agua y la luz son elementos que deben ser equilibrados para que haya una evolución, una palabra separada de la realidad es una semilla que en el viento viaja errante, el suelo es la realidad y la fertilidad su consciencia, el riego son las acciones coherentes y la luz es la utopía que la guía, la planta nunca podrá alcanzar al sol pero hacia él crece, y gracias a ese proceso, se da la transformación.
Hay una hermosa semilla, de la que todos hablan cuando convocan la idea de un mundo mejor, en cuya imagen se consuelan cuando surge un problema social y cuyo nombre se ha gritado en tal exceso que nadie ha avanzado a escuchar, me refiero; por supuesto, a la educación. Y ese grito que no escucha, es un grito de desesperación, de miedo a nuevas formas, un grito que ha construido una narrativa que ha negado lo humano y ha vaciado el sentido de la palabra.
Es por eso, urgente, repensar el sentido de la palabra educación, tocar la tierra, trabajarla y abrirnos a nuevas texturas, porque de la realidad debemos hacernos cargo y sembrar la semilla.
Vivimos en un mundo con humanos pero sin humanidad; con leyes pero sin justicia; con libertad de expresión pero sin libertad de pensamiento; siempre hay excepciones pero la lucha es indiscutiblemente profunda, y tenemos un sistema educativo que no genera una comprensión critica de la realidad ni estimula el imaginario de nuevas formas de pensar, ser y hacer, pero ¿Por qué?, porque los estudiantes memorizan datos sin saber su contexto: entonces no hay entendimiento; porque los estudiantes escuchan sin ser escuchados: entonces no hay un espacio de reflexión común donde aparezca la pregunta desde sus realidades; porque a todos los estudiantes se les exigen los mismos resultados sin respetar su singularidad: entonces hay discriminación a la diferencia; en fin, porque el sistema educativo niega la naturaleza humana, vaciando la identidad y moldeando a la persona, reproduciendo así, la realidad.
De modo que, recuperar el habla y la utopía más que un derecho es un deber, la tierra está seca pero en nuestras manos está el agua, reguemos y las raíces más temprano que tarde se lograrán. La veterana humanidad está seca pero ¡y perdónenme que insista! Miremos a la naturaleza de la que formamos parte, mirémonos por ejemplo como el olivo, el árbol que incluso a la vejes, mandado ya a hacer su epitafio, da flores y frutos para quienes lo pensaban seco.