
Los desafíos ciudadanos en la política latinoamericana
- 25/11/2018
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Latinoamérica durante la segunda década de este siglo ha estado inmersa en la tendencia de gobiernos representantes del …

Evelyn Astudillo Palomeque
Evelyn Carolina Astudillo Palomeque, Licenciada en Estudios Internacionales por la Universidad del Azuay. Feminista. Posee una certificación internacional en herramientas y metodologías para el liderazgo juvenil. Actualmente se encuentra cursando el Programa de Gobernabilidad, gestión pública y gerencia política en la Universidad de Cuenca. Especialista en temas de género y derechos humanos.
Latinoamérica durante la segunda década de este siglo ha estado inmersa en la tendencia de gobiernos representantes del “Socialismo del siglo XXI” No es un secreto que los partidos que han llegado al poder bajo este paraguas auguraban en sus discursos tiempos mejores, desarrollo social y sobre todo una lucha directa contra el capitalismo y la “derecha”. Sin embargo, luego de la bonanza, las luces y la aparente estabilidad, se cae el telón y se revelan los actos de corrupción, las jugadas bajo la mesa y el poco o nulo apego al socialismo que, en realidad tenían estos gobiernos. Durante los últimos 12 años, aproximadamente, la mayor parte de países de América Latina tenían gobiernos del Socialismo del Siglo XXI, cuya bandera discursiva era el socialismo y su bloque la izquierda, cuando sus prácticas políticas claramente denotaban un arraigado capitalismo, generando plataforma para la derecha.
A lo largo de la región, los cambios sociales que se presentaron en realidad se enmarcaban en la agenda asistencialista de los gobiernos de turno. Cuando analizamos los avances dados en temas sociales no es necesario centrarse en el debate de si se hizo más o menos obra sino, en el objetivo con el que se hicieron esas obras y el trasfondo de las políticas aplicadas; así también, como ya se dijo en el párrafo anterior, las jugadas bajo la mesa que se dieron para la consecución de los fines de las autoridades de turno. Más de una década de un velo luminoso en toda la región desencadenó en la ciudadanía un sentimiento de confianza, estabilidad y aparentemente un camino distinto de desarrollo, un velo que tarde o temprano tenía que caerse.
Sin tratar de justificar la aterradora realidad de la presencia de la derecha gobernando Latinoamérica abiertamente es necesario decir que, el exponer a luz pública la nefasta gestión de estos gobiernos auto proclamados socialistas causó que las y los ciudadanos latinoamericanos miren a al socialismo y la izquierda como el mal en la región y el fraude dentro de la política. La desconfianza y deslegitimación del Socialismo del siglo XXI constituye entonces la puerta de entrada para una tendencia capitalista fortalecida y mucho más agresiva en la región, legitimada popularmente gracias a un discurso más frontal que muestra las intenciones reales de sus promotores. Las nuevas apuestas de desarrollo presentadas desde la derecha, frente a las escandalosas noticias de fraudes y corrupción de los mal llamados gobiernos de izquierda hacen que la confianza popular se deposite justo en este bloque que, a pesar de proclamar abiertamente una agenda anti derechos, discriminatoria, privatizadora, xenófoba, etc. se vea mucho más sincera y frontal ante los ojos del ciudadano.
Entonces, más allá de caer en la polarización de la región entre la izquierda y la derecha, la crítica se vuele a las y los ciudadanos que están legitimando a través del voto popular las agendas de odio, discriminación y explotación desmedida que ya tenían los gobiernos de antes y que los actuales refuerzan de manera más frontal. Las y los ciudadanos debemos generar una nueva propuesta política, desde las discusiones del día a día hasta las agendas nacionales de gobierno la apuesta debería concentrarse en las necesidades reales, exigir que las políticas públicas y de gobierno estén acordes a mejorar el nivel de vida de todas y todos dentro de los países y, la construcción de una agenda regional basada en el respeto, la diversidad, la paz y la cooperación; solo la construcción política desde la ciudadanía puede garantizar que el desarrollo de un país sea efectivo, caso contrario seguirá respondiendo a los intereses de los partidos de turno.