En noviembre de 2018, pasó desapercibida una noticia que podría tener fuertes consecuencias impredecibles para…

Andres Gutiérrez

Editorialista Revista POLL

AUDITORIA DEL PENTÁGONO, UNAS CUENTAS DE CUENTO

En noviembre de 2018, pasó desapercibida una noticia que podría tener fuertes consecuencias impredecibles para los Estado Unidos, el mundo e incluso para América Latina, si se tiene en cuenta la crisis actual de Venezuela.

A mediados de mes, Emst & Youmg y otras compañías privadas que, por una decisión del Congreso de Estados Unidos fueron contratadas para hacer la primera auditoria en la historia al Pentágono, anunciaron que “no podían completar el trabajo”.

Ya era hora claramente de revisar las cuentas del departamento que más dinero público recibe (54 centavos de cada dólar del presupuesto), pero los especialistas concluyeron que los récords financieros tenían tantas deficiencias, irregularidades y errores que, una auditoria fiable, simplemente era imposible.

Como indica el periodista norteamericano Dave Lindorff, en su artículo para la revista
semanal “The Nation”, la razón de esto, es tan simple como sorprendente: durante décadas, el Departamento de Defensa ha estado involucrado en un fraude de contabilidad de proporciones inimaginables, inflando su presupuesto sin ninguna necesidad militar real.

El Pentágono, literalmente, ha estado inventándose cifras en sus reportes anuales para el Congreso con valores irreales que ascienden a trillones de dólares; si, trillones de dólares han sido utilizados de manera fraudulenta por el Departamento de Defensa, conscientes que los parlamentarios americanos, al aprobar nuevos presupuestos, iban a tener en cuenta cualquier razón (política, económica o electoral) menos el manejo responsable del dinero público.

Lo que hace el Departamento de Defensa cada año, es sobredimensionar el presupuesto que le pide al Congreso para luego acumular el dinero que no habría utilizado, transfiriéndolo en múltiples ocasiones, hasta que se pierde todo rastro en vez de devolverlo a la tesorería como dicta la constitución.

Analizando los documentos contables del propio Pentágono, el investigador Mark Skidmore de Michigan State Uiniversity, descubrió que, por ejemplo, mientras el presupuesto de las fuerzas terrestres aprobado por el Congreso para el año 2015 era de 122 mil millones de dólares, la transferencia real desde la tesorería fue de 794,8 mil millones, es decir, seis veces más de lo presupuestado. Si sumamos las cifras de cada año desde 1998 hasta el 2018, 21 trillones de dólares en total han ingresado y egresado del Departamento de Defensa.

Claramente, no todas estas cifras son transacciones fraudulentas, pero allí está el problema, con la actual forma de hacer contabilidad del Pentágono, es imposible saber cómo realmente se utilizaron estos recursos. En octubre del 2018, el Consejo sobre Estándares Federales de Contabilidad, aprobó nuevas reglas, según las cuales, “las agencias del gobierno que operan programas clasificados, tienen el derecho de falsificar cuentas para ocultarlos”. Eso quiere decir que, al parecer, ya nunca sabremos la verdad porque el Departamento de Defensa, es el que más programas clasificados opera.

Eso es relevante porque precisamente, con esquemas como ese, se financian actividades clandestinas como la operación no anunciada de las fuerzas especiales de EEUU en Niger, de la que se supo el año pasado solo porque fueron víctimas los soldados americanos de una emboscada, resultando en la muerte de cuatro de ellos.

Hay una fuerte probabilidad de que este tipo de recursos se está utilizando hoy mismo en Venezuela (contrabando de armas, sobornos, pago para mercenarios, etc) sin que el Congreso tenga cuenta de ello.

Y si se cree que esto es, más bien, una teoría de conspiración, cabe recordar que la última vez que un político denunció irregularidades masivas de las cuentas del Pentágono, fue el ministro de defensa Donald Rumsfeld en una fecha muy fácil de recordar, el 10 de septiembre del 2001, en donde anuncia que “el Departamento de Defensa no puede rastrear $ 2.3 billones en transacciones”.

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