
Juventudes y Juventudes
- 30/08/2020
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Por: Ingrid Bravo
La llegada a la presidencia de Nayib Bukele en el Salvador fue saludado por algunos medios tradicionales como una renovación y cambio generacional en la política del país centro-americano y regional.
Su manejo de redes y lo que se considera una relativamente exitosa gestión de la crisis del coronavirus, han hecho que muchos sectores políticos giren en torno de figuras nuevas y jóvenes.
¿Pero qué significa la juventud en la política? La juventud se puede entender como un estado cronológico o temporal, pero también como la capacidad de renovación y construcción de futuro. En ese sentido, la juventud por sí sola no es garantía de cambio o mejora, ya que se puede ser cronológicamente joven y a la vez política y programáticamente viejo.
Un triste ejemplo de esto último son los -ahora no tan- jóvenes de Ruptura de los 25, que pese a llenar el discurso de ‘progresismo’ y ‘cambio social’ abrazaron muy pronto las añosas máximas del neoliberalismo mercantilista y el liberalismo social, mientras abandonaron muy rápido los imperativos de justicia social y equidad económica.
La juventud en política entonces, es la capacidad de construir algo mejor de lo que se tiene. Ese proceso es un proceso dialéctico, hace falta contradecir lo que existe, proponer algo nuevo y sintetizar algo viable.
Nuestro admirado Juan Montalvo hace mucho ya macró la línea con una verdad universal. Parafraseándolo, en efecto, es desgraciado el pueblo donde los jóvenes son humildes con la tiranía y donde los estudiantes no hacen temblar al mundo… En este caso la tiranía debe entenderse en el sentido amplio: aquel gobernante anti-popular, aquellas clases soberbias, la tecnocracia inhumana o la tiranía de los mercados.
Afortunadamente para los jóvenes de espíritu, las voluntades en el mundo parecen estar cambiando a pesar de que la situación general empeora a paso sostenido. Ejemplos como la activista ambiental, Greta Thunberg, sobran. Cada día son más los jóvenes que se suman al cambio.
Hasta en nuestro país parece que esta situación se repite, vemos como los espacios para los jóvenes de verdad -los de edad y corazón joven- se abren. Para este periodo electoral estamos observando un fenómeno inusitado: muchos de los “viejos” de la política, dan un paso de lado -véase el caso de F. Villavicencio- tratando de unir a una caduca y debilitada derecha en contra de… justamente, la juventud.
Juventud que viene de la mano del cambio y la rebeldía en contra del injusto statu quo que beneficia a unos pocos sacrificando a millones. Lo curioso es que como juventud y rebeldía son inseparables, aquellos que pretenden disfrazarse de juventud fracasan estrepitosamente. Tan triste como notable es el caso es el de Otto y su “tuve la oportunidad” o los propios Ruptura y sus oportunidades desperdiciadas.
Notable también es la apuesta del “correísmo” que en una inesperada pero refrescante estrategia, decide darle la oportunidad al futuro y apostar por Andrés Arauz para la presidencia. No hace falta mencionar sus credenciales, solo resaltar el hecho de que su juventud, cronológica, espiritual y programática no está en duda. Su sola presencia parece hacer temblar a muchos, porque sienten que detrás de él no solo hay técnica y experiencia, sino esa juventud a la que aludía Montalvo.
Curiosamente, del seno de un partido juvenil sobre el papel pero envejecido por la historia -La Izquierda Democrática- han decidido apostar por otro joven, Inty Gronneberg. Un personaje poco conocido en la política, pero que ciertamente tiene algunas valiosas ideas de innovación y cambio. ¿Será un joven de verdad o un viejo de espíritu? Veamos cómo actúa.
Al final del día, estará en manos de los ecuatorianos elegir entre las alternativas jóvenes y lo mismo de siempre -hasta cronológicamente hablando, el ecuatoriano promedio tiene menos de 30 años-. El resultado es difícil de prever, más que por el espíritu ciertamente joven de nuestro pueblo, por las viejas prácticas de trampa electoral de los nada venerables ancianos de la clase dominante, la banca y los medios tradicionales.
Lo que sí es seguro es que vientos jóvenes soplan por el mundo y que es cosa de tiempo para que soplen fuerte en Ecuador. ¡Los jóvenes tenemos tiempo, sabremos desatar su llegada!
Ingrid Bravo es una activista social y poetisa de la provincia de Manabí. Comprometida en la promoción de los derechos de los campesinos y los jóvenes en su provincia, se ha destacado tanto por su labor social como por su actividad literaria con la publicación de tres libros.