
AMLO: El Camino Al Triunfo. Expectativas Y Desafíos
- 13/12/2018
- 0
Las formas democráticas tradicionales de gobierno han sido objeto de las pruebas y ataques…

Xadeni Méndez Márquez
Mexicana. Cursó la Licenciatura en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México. Se desempeñó como Sub Directora de Justicia Cívica y Representante del Jefe de Gobierno para las Coordinaciones de Seguridad Pública y Procuración de Justicia durante el mandato de Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México. Militó en el Partido de la Revolución Democrática, donde fue Directora del Departamento de Relaciones Internacionales y miembro de su Dirección Nacional. Participa como representante partidista en el Foro de Sao Paulo. Es Presidenta de la Fundación IDEAL y Esperanza A.C.
Las formas democráticas tradicionales de gobierno han sido objeto de las pruebas y ataques más severos en los últimos tiempos, pero en ningún lado esto ha sido tan evidente y las embestidas tan despiadadas como en América Latina. Por todo el continente, las grandes corporaciones, los poderes fácticos, las oligarquías financieras, la plutocracia, la partidocracia e incluso la delincuencia organizada, en un perverso conjuro, se han coludido para ir difamando, socavando, destruyendo y aboliendo las libertades fundamentales y las conquistas que tanto esfuerzo han requerido. Es este un proceso amenazante, que ya se ha generalizado en toda la región.
La concepción democrática de la vida, la sociedad y el estado que las fuerzas de izquierda y progresistas en Latinoamérica pudieron materializar en gobiernos, fueron y están constantemente acosadas por los entes y fuerzas más reaccionarias y corruptas. Decididos a no renunciar a privilegios y prebendas, local y regionalmente se unen en exacerbadas ofensivas y han conseguido, momentáneamente, desbancar a muchos de esos gobiernos y hoy festejan su regreso a las esferas de poder. Es el caso de Argentina, Brasil, y en mucho Ecuador, por citar algunos.
Le toca a la izquierda latinoamericana dejar a un lado lamentaciones y culpas, divisiones y reclamos. En este escenario de contraofensiva reaccionaria, la palabra de orden es el trabajo político sin descanso, el aunar voluntades dentro del más amplio espectro progresista, canalizar inquietudes y reclamos sociales en programas detallados de acción y metas partidistas. Sólo así avanzaremos a mediano y corto plazo, y recuperaremos la iniciativa en nuestro continente.
EL CAMINO AL TRIUNFO
Es en este contexto, y después de una larga, persistente y desgastante lucha, que Andrés Manuel López Obrador llega a la Presidencia de México. La suya, ha sido una empresa titánica. En su primera contienda, fue objeto de un desafuero ilegal que sólo el reclamo popular pudo darle marcha atrás; sufrió una despiadada campaña nacional de desprestigio y mentiras que lo calificaba de ser “un peligro para México” y aún frente a esos obstáculos descomunales, la diferencia en la votación no alcanzó el punto porcentual, en unas elecciones evidentemente amañadas y plagadas de irregularidades. La certeza de un fraude electoral la seguimos teniendo millones de mexicanos.
Para la segunda contienda, el gobierno, coludido en una alianza de derechas de facto (PRI/PAN) había decidido de antemano cerrarle el camino a la Presidencia a toda costa, y la elección de estado fue un hecho. Todo el poder mediático, económico y gubernamental, actuó como maquinaria para garantizar la llegada de Peña Nieto. La historia posterior la conocemos todos. El peor sexenio para México de su historia contemporánea, con los mayores índices de homicidios, escándalos de corrupción, empobrecimiento y desprestigio como nación.
AMLO, en infatigable esfuerzo, decidió entonces entregarse a la tarea de aunar voluntades y recoger el sentir nacional. Durante años, se dedicó a recorrer todo el país y visitó en su totalidad todos los municipios. Se acercó, hablo, explicó, prometió; dio esperanzas. Convenció. Enarboló y ratificó en cada encuentro su ya histórico lema: Por el bien de todos, primero los pobres. Creo que esa labor ejemplarizante, deberá ser objeto de estudio y reflexión para todas las fuerzas progresistas de la región.
Como nadie, AMLO entendió que un régimen democrático sin ancha base social y sin activa participación del pueblo en la orientación del poder público, no puede funcionar en esta coyuntura histórica de transición hacia la cuarta transformación que propone.
Sabe que la honestidad, el respeto a las libertades públicas, el bienestar económico, la justicia social, la ética como valor primario y la defensa de la soberanía, son las herramientas fundamentales e imprescindibles que habrán de sacar a México del abismo y la oscuridad en la que lo sumió una larga noche neoliberal de elitismos, exclusiones y olvidos.
DESAFÍOS Y EXPECTATIVAS
Desde el mismo primero de julio, fecha histórica que hizo oficial el triunfo amplio e incuestionable de Andrés Manuel en las urnas, ratificando así la decisión nacional de manera abrumadora, los ataques de la derecha más conservadora y reaccionaria no se hicieron esperar. Se han dedicado a articular una muy peligrosa campaña que de forma cínica y burda, pretende desde ya manchar y debilitar, confundir y difamar, distorsionar y lacerar. Una labor de zapa ya muy bien conocida -no por ello menos dañina- y sufrida por los gobiernos progresistas en América Latina, y el resto del mundo.
Como Presidente electo, AMLO ha mantenido sin embargo la calma, y el mensaje de reconciliación, de no revanchas y de unidad, ha estado presente siempre en sus mensajes y discursos. Aun así, las plumas y medios de difusión que se prestan a servir a los intereses y poderes fácticos que se ven amenazados y se aprestan a ser tribunas constantes para la difusión de la ya mencionada labor de zapa, siguen con su diatriba diaria.
Es inaplazable que gobierno y pueblo coordinemos estrategias y acciones para equiparar y superar la efectividad propagandística con que la derecha pretende socavar y minar la imagen y desempeño del nuevo gobierno. Ellos no cejarán en su empeño; por el contrario, cada vez más irán arreciando sus embestidas mediáticas.
Por otro lado, recibe Andrés Manuel un país en estado lamentable, fruto de varias décadas de despiadadas políticas neoliberales. Si titánica fue su lucha por la Presidencia durante muchos años, no serán menores los enormes desafíos que tendrá que enfrentar y vencer para encaminar a la nación hacia estadios más humanos e igualitarios que le regresen al pueblo mexicano calidad de vida, paz efectiva, justicia integral, esperanzas y futuro cierto.
Los cerca de 33 millones de votos a favor, le han dado a AMLO la fuerza parlamentaria suficiente para impulsar y poner en práctica las ya anunciadas grandes reformas y cambios que a México le urgen. Estas expectativas serán realidades en el muy corto plazo.
Con ellas, se empezará a desterrar la tan dañina corrupción e impunidad generalizadas; se trasformará el sistema nacional de salud para que de manera efectiva y eficaz, el estado sí cumpla con la responsabilidad de darle a su pueblo servicios, tratamientos y medicamentos de calidad con cobertura universal, se trasformará, con políticas de austeridad, el injusto y desequilibrado esquema de ingresos y ganancias, anteponiendo las necesidades básicas y el apoyo a los más necesitados, se atenderá de forma integral la grave situación en que se encuentra la juventud, despojada de sueños, estudios y empleos; se transitará hacia formas más efectivas de producción y generación de riqueza; se devolverá a la población la seguridad y la paz perdidas y que tanto demanda; se pondrán en práctica programas y políticas que combatan y erradiquen el crimen y la delincuencia organizada, atacando ante todo sus causas y orígenes. Estos, entre otras muchos, son los principales objetivos y líneas de acción prioritarias que ya han sido anunciados y confirmados por el gobierno de AMLO.
Es no sólo tarea de AMLO y su gobierno, sino de todas y todos los que apostamos por y creemos en su nuevo proyecto de nación, seguir caminado, con fuerza redoblada, abriendo espacios, generando y aportando ideas, capacitando y explicando. Las fuerzas reales se forman, se organizan; se alfabetizan políticamente y se les acompaña diario. Es clave, para gobernar con el pueblo y respetar la voluntad popular.
En el contexto internacional, México retomará el camino juarista de respeto y no intervención en los asuntos internos de otras naciones y, sin duda, se ampliarán y reforzar nuestros lazos históricos con los países de nuestra América toda. Se mirará al Sur con confianza, honestidad y sentido de hermanamiento.
Lógicamente, por la muy estrecha cercanía económica y territorial que compartimos con los Estados Unidos, el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador deberá sin retrasos construir una efectiva y real política de buena vecindad. Una convivencia en paz y armonía, de colaboración integral y sin amenazas, es tarea fundamental para que la Patria de Juárez y la Patria de Lincoln puedan transitar juntas una ruta de entendimiento y coexistencia exitosos que toda la región y el mundo contemporáneo desea.
Y en lo personal, espero y deseo que el triunfo de la izquierda y las fuerzas progresistas en México, pueda contribuir al inicio de una segunda oleada humanista, emancipadora y de reivindicación de las causas sociales más justas, que recupere y multiplique para y en nuestra América, gobiernos comprometidos con estas.
Tengo la seguridad de que empezando diciembre México tendrá por primera vez en su historia un gobierno de izquierda, que trabaje con y para el pueblo. Algo muchas veces soñado y anhelado; nunca logrado. Habíamos sido testigos, habíamos aplaudido y admirado desde tierra azteca, a otras naciones hermanas que en el pasado reciente y hasta hoy, pudieron consolidar y continúan desarrollando estos procesos.
Confió en que desde mañana, se abrirán para México las grandes alamedas que visualizó Salvador Allende, donde transitemos todos unidos, sin excepción ni exclusiones.
Ciudad de México, 30 de noviembre de 1918.